Tuesday 20 January 2009

Salvar a Guatemala

Por: Samuel Perez-Attías[1]
Samperez1@gmail.com
Pobre aquél que por salvarse a sí mismo no se da cuenta que condena a sus hijos.

Juana nació en Senahú. Allí no existen escuelas privadas pues la gente es tan pobre que no puede pagar. Saber leer se lo debe a la escuela pública que pagamos con los impuestos. Manuel trabaja como mecánico automotriz en un taller de su municipio; sus estudios fueron en el Intecap al subsidiamos con nuestros impuestos. Anita vendía tortillas. Por no poder pagar hospital privado perdió a su bebé por complicaciones del embarazo. El centro de salud no contaba con suficientes recursos para atenderla. Luis llegó a conseguir un puesto en el Congreso por su apoyo en la campaña política. Todos los carros de la oficina de Gobierno son llevados al taller de su propiedad prosperando en su negocio con nuestros impuestos. Licitó corruptamente con 3 cotizaciones ficticias que algunos talleres de barrio le hicieron a cambio de “favores”. A Luis le pagamos su sueldo con nuestros impuestos. Manuela vende droga en la calle. No tenía muchas opciones para salir de la miseria. Hoy vive en una casa grande. Sus hijos van a un colegio privado; a ella no le interesa que estudien una carrera pues “En el negocio de las drogas se gana más y no se pagan impuestos”. Andrés nació en la zona 15. Recibió educación privada y estudió Administración. Hoy tiene una farmacia. Le molesta que hablen mal del Estado pues sabe que es la única forma de desarrollar Guatemala, pero también le da rabia que quien llega al Gobierno se robe el dinero que debiera servir para componer la situación. Piensa: “los corruptos no se dan cuenta que están sembrando mas problemas, más violencia y más pobreza. A la larga, todo se devuelve”.
Anita sigue vendiendo tortillas. No pasará de ganar 50 quetzales al día pero le da miedo quedar embarazada y perder otro bebé. Manuel trabaja en un taller de barrio y gana 2,300 al mes. No hay posibilidad que le ajusten el sueldo a la inflación. (El año entrante comprará 10% menos que hoy). La sociedad no se pregunta hacia donde va. “Lo importante es salvarse a sí mismo”. Los jóvenes ven un país desangrarse y creen que es normal y que pasa en todo el mundo. Cada quien sobrevive como puede, y peor aún, cada quien cree que salvándose a sí mismo su futuro va a cambiar. Mientras tanto, en Canadá, John, Christian y Elena, quienes nacieron en familias distintas, van a la misma escuela pública, reciben excelente educación y los servicios de uno de los mejores sistemas de salud pública del mundo. Sus padres son funcionario público, ejecutivo de negocios y plomero respectivamente. En la calle existe seguridad, parques y la gente se cuida entre sí. El dinero que reciben después de pagar impuestos les es suficiente incluso para ahorrar y viajar el próximo verano. Se ven entre ellos como hermanos canadienses y viven en uno de los países más desarrollados del mundo. En Guatemala, el hijo del diputado corrupto también viajará este año, pero cuando regrese tendrá que blindarse y seguir viviendo en uno de los países más violentos del mundo. Seguirá viendo a los demás guatemaltecos como su competencia o sus enemigos y pensando que por ello “es más”.
Hay quienes condenan al Estado Benefactor que se vive en Canadá porque se pagan muchos impuestos y el Estado es fuerte. “Que cada quien sobreviva como pueda” es la consigna. No se dan cuenta que en una sociedad con tantas desigualdades como el nuestro, “salvarse a sí mismos” no es suficiente para salvar Guatemala.
[1] Economista Landivariano. Profesor de Economía en el Lester B. Pearson College, Canadá

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