Thursday 17 May 2012


De lesbianas, maricones, indios y resentidos






Por: Samuel Perez-Attias

Hace menos de 100 años una mujer, una persona indígena o una persona negra no podía votar porque eran considerados "inferiores". Hoy es anormal que dichos derechos no se reconozcan. La humanidad está avanzando.









Resulta que en Guatemala ser homosexual es ser maricón o marimacha, es estar condenado al infierno y merecer el desprecio de toda la sociedad por ir en contra de las “leyes naturales”. Según blogeros: “La mayoria de esa gente no son mas que degenerados. Que se hagan un examen y se van a dar cuenta que las hormonas masculinas que tienen son mayores que las femeninas”, “abominaciones q Dios desprecia”, (Prensa Libre, agosto 2011).
No ser heterosexual en Guatemala es correr el riesgo de no ser contratado en alguna empresa o incluso despedido en otras. Más aún, hablar de la homosexualidad en Guatemala o defender los derechos que los homosexuales y lesbianas debieran tener como cualquier individuo, ni más ni menos, es, o ser "izquierdoso"-"comunistoide"-"resentido-social", o es indirectamente ser parte de ese grupo excluido de la sociedad y por lo tanto también merece ser excluido-a, discriminado-a o abominado-a. Como si condenar el holocausto lo convirtiera a uno en Judío, estar en contra de las corridas de toros le hace a uno ser rumiante o condenar la caza de ballenas lo convirtiera a uno en tales.
Es un tabú.
Resulta que cualquiera que sea lesbiana, homosexual, bisexual, transexual, metrosexual o transgénero, al bajarse de un avión en Alemania, Dinamarca o Canadá, su status cambia, y ya no se es marimacha o maricón, una aberración de la naturaleza o energúmeno y se es tan respetado socialmente como cualquier otro ciudadano-a. 

Para quitar tabúes, los homosexuales no son especies raras en vías de extinción, ni enfermos, ni pestes, ni plagas. Los y las homosexuales son empresarios, políticos, pastores y curas, médicos e intelectuales, soldados, maestras, alumnos, deportistas, artistas… en fin, nada diferente a lo que cualquier ciudadano-a promedio, y muchas veces científicos, artistas o empresarias aún encima del ciudadano-a promedio. Independientemente de la razón, el punto es hablar de derechos. El derecho a decidir libremente, el derecho a Ser.
Y platiquemos sin prejuicios: Algunas personas tienen el gusto por el sexo con su esposa, otros tienen el gusto por el sexo con varias mujeres, otros no tienen gusto por el sexo y viven la vida esperando morir sin vivir esa experiencia. Algunas mujeres se sienten atraídas por dos o más hombres, y otras por dos o más mujeres, otras por mujeres y hombres por igual. Algunos grupos de personas exploran sexo grupal y otros sexo entre parejas de esposos casados… y al final del día, qué daño tan grave le hace a la humanidad el hecho de practicar uno de los actos más sublimes que puede realizar el ser humano como es el acto sexual y que hemos con el tiempo limitado, castrado y condenado a ejercerlo con la mujer legalmente casada y la pareja socialmente reconocida? Mientras se mantenga una convinvencia en armonía, la libertad de elegir es más importante que la elección en sí, (cualquiera que sea el motivo).
Es paradójico que en los mismos grupos sociales que se discrimina a las personas por no ser “iguales” a ellos, se hacen oda a las armas defendiendo la libertad de portarlas o se justifica la existencia de escuelas de muerte (como los kaibiles) y algunas guerras, por poner ejemplos. Se defiende la libertad de matar y se condena la libertad de Ser. Algunos que abogan por el libre albedrío se contradicen al no poder cuestionar sus propios principios y coartar su libertad a pensar… talvez la más valiosa de todas las libertades… la de corregirse y reinventarse…
Peor aún, en nombre de la individualidad, la "libertad" e incluso en nombre de "Dios", se etiqueta a quienes no son iguales…“a ellos” y se excluye, condena y discrimina sistemáticamente. Nadie dice nada cuando un artista famoso como Elton John, Ricky Martin, Madonna o Juan Gabriel admiten sus preferencias sexuales diferentes a la norma conservadora y religiosa dominante… pero cuando un joven es atacado a patadas en la 5ª avenida nadie se atreve a decir nada, o peor aún, el pensamiento es: “se lo tuvo bien merecido, por hueco”.
Así como ser ladino no implica dejar de apoyar los derechos de indígenas o ser hombre no implica dejar de apoyar los derechos de las mujeres, ser heterosexual tampoco implica dejar de apoyar los derechos de quienes tienen preferencias sexuales diferentes a las propias.
Como Ser Humano antes que todo me pronuncio en contra de la exclusión y la discriminación de cualquier tipo, sea homofobia, etnofobia, xenofobia u otro tipo de discriminación ya sea a personas homosexuales, lesbianas, heterosexuales, transexuales, metrosexuales o asexuales, limitándoles sin ningún derecho ni fundamento aceptable, su derecho a elegir libremente qué quieren hacer con su vida.


Personalmente, aquí en Canadá tengo gran amistad con amigas homosexuales quienes me brindaron su apoyo desde que vine a este país sin conocer a nadie.  He conocido a muchas parejas de mujeres homosexuales que han adoptado o procreado hijos, incluyendo a mis amigas, y veo que el amor por sus hijos y la dedicación, así como el rol de madres ante sus pequeños es muchas veces más grande y más ejemplar que parejas heterosexuales donde reina la violencia familiar, la poca entrega o la irresponsabilidad paterna y materna entre otros males sociales. Peor es para la humanidad, que en el hogar de parejas heterosexuales se promueva la discriminación y la exclusión, o incluso se justifique la violencia por tales motivos.


Estoy en contra de todo aquél desprecio a cualquier manifestación de vida y/o de albedrío. Por tolerar las discriminaciones de cualquier tipo y permanencer callados-as es que las más grandes injusticias se han producido en el mundo, tales como el holocausto Nazi, la discriminación racial en EUA y Guatemala o la segregación indígena en Africa, India, Bolivia y Centroamerica.

Independientemente de la raza, el color de piel, el idioma, el apellido, los ingresos, el nivel de estudios, la posición socioeconómica en la sociedad, la preferencia sexual, el género o la edad, todas las personas compartimos un común denominador: Somos antes que todo seres humanos y por allí debiéramos empezar para respetarnos como tales, y dejar que cada quien viva su vida y construya su proyecto de vida tal cual le parezca.

Los hijos de mis amigas homosexuales, niños sano en todo sentido, al igual que toda una generación por venir crecerán sin tabúes, pues tienen, eso sí, una verdadera y real libertad para elegir con quién desearán convivir, de quién pueden enamorarse y con quién envejecer y amar sin prejuicios retrógrados como los que abundan en países en donde la libertad aún está lejos de comprenderse. 

Ver

http://prensalibre.com.gt/noticias/Alarma-fobia-diversidad-sexual_0_513548669.html

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