Ser de “izquierda”
Samuel Perez-Attías
Rompiendo mitos rompemos estigmas, al romper estigmas la
comunicación fluye más y polariza menos.
Como escépticos cuestionamos eso de encasillar a
las personas como de “izquierda” o “derecha” pues la libertad al final de
cuentas radica en la individualidad de pensamiento y la autocrítica constante,
incluso para considerar antagónicas posturas sin ser estigmatizado como parte
de un grupo homogéneo de izquierda o derecha El mundo cambia tan rápida y
caóticamente que el debate “izquierda-derecha” ha cambiado radicalmente y ya no
significa lo que en el contexto de la guerra fria significó.
Para contribuir a debates menos
polarizantes, reviso aquí lo que
considero algunos mitos creados que muchas veces tomamos por verdades sin mayor
cuestionamiento, sobre eso que muchos llaman “la izquierda”.
Mito
1: Ser de izquierda es ser comunista. Falso. El llamado
“pensamiento de izquierda” postmoderno puede interpretarse como una forma de
valorar críticamente el status quo, el modelo político-económico imperante y la
ortodoxia de un sistema que reproduce asimetrías, excluye a mayorías y
beneficia a pocos en detrimento del ambiente y el desarrollo humano minando a
la vez las oportunidades de desarrollo integral. Por otro lado, desde la
perspectiva económica el comunismo es comprendido como un sistema
político-económico en el cual se asume la propiedad de los factores productivos
por parte de la colectividad, incluyendo el factor trabajo, anula la libertad
individual colectivizando incluso al individuo colocándolo como un ente igual
entre sus pares. Esto tampoco ha sido posible aplicarlo en la realidad. Todas
las economías del mundo actual son mixtas lo cual rompe con la dicotomía “comunismo-capitalismo”.
Mito
2: La izquierda atenta contra la libertad. Falso. La
libertad individual es un valor fundamental contenido dentro de los derechos humanos mínimos, pilares del
pensamiento de “izquierda”. La libertad no existe cuando las personas no
cuentan con igualdad de oportunidades para alcanzar su desarrollo individual y no
se manifiesta cuando los mercados concentrados minan posibilidades de expresión.
La libertad de expresión, de acción y sobre todo de pensamiento es fundamento
del pensamiento de “izquierda”. Dictadura y totalitarismo han atentado
históricamente contra las libertades individuales y colectivas que la llamada izquierda democrática defiende.
Mito
3: Ser de izquierda es estar en contra de las
empresas, el empresariado, el capitalismo o los mercados. Mentira. La “izquierda”
económica moderna considera a las empresas como el oxígeno y el fundamento
creador de riqueza material. Sin embargo, los fallos de mercado que incluyen la
carencia de la inversión privada en los sectores que por su naturaleza no
proporcionan retornos a la inversión o que producen externalidades positivas
(educación, arte, cultura, salud) así como
las prácticas que atentan contra el ambiente, la integridad de la persona, sus
derechos humanos, evaden leyes y excluyen en su ecuación productiva a algunas
personas erosionando la vida en sociedad deben ser abordados externamente por
un estamento distinto a la empresa y los mercados y deben ser reguladas por la
sociedad a través de la Política y las Leyes.
Mito
4: La
izquierda está caduca. Falso. La historia confirma que los modelos no son
estáticos. Las economías basadas en el mercado aún tienen muchas falencias por
corregir. Fallos como los evidentes costos ambientales y sociales creados por
la misma actividad productiva hacen que la denominada “izquierda” se vea fortalecida
con propuestas innovadoras para alcanzar el bienestar humano integral sin
depender exclusivamente de la producción material.
Mito
5: Las personas de izquierda son “resentidas”, “negativistas”, “eco-histéricas”,
“frustrado-as”, “atrasados”, o “anti-todo”, (hasta terroristas) entre otras
categorizaciones. Esos argumentos ad-hominen son utilizados recurrentemente por
quienes se benefician del status quo y se propagan ante las masas a través de
columnas de opinión, programas de radio, TV, e incluso pseudo-académicos que al
utilizar dichos epítetos ponen en tela de duda su reputación, pues tienen la
clara intención de acabar con el debate sin debatir argumentos, e incluso desprestigiar
a quienes se pronuncian precisamente contra las injusticias del status quo sin
que necesariamente pertenezcan a esos absurdos conceptos.
Mito
6: Las izquierdas son exclusivamente populistas.
Falso. Definiendo populismo como la“tendencia política
dirigida a explotar los sentimientos de las masas para ganar el
favor de éstas”[1], se
puede inferir que en nombre de
los postulados de la derecha también se ha incurrido en acciones populistas que
preservan el status quo y la hegemonía política a través del fomento de su
popularidad entre las masas. Gobiernos conservadores o liberales e incluso
empresas e individuos utilizan acciones populistas para generar empatía en las masas y conseguir
objetivos determinados.
Mito 7:
La izquierda es una. Falso. La llamada “izquierda”, que no es homogénea, se
dibuja y desdibuja pues no existe un concepto estático (o escrito en piedra)
sobre dicha clasificación epistemológica. Habrá talvez varias corrientes de
izquierda política y económica, unas más radicales que otras, unas segregadas y
otras concentradas, unas vigentes y otras menos vigentes de acuerdo a su
concepción política en determinado contexto. Algunas ideas parecen tan
antagónicas como el nuevo “capitalismo de estado” Chino versus el Socialismo
Empresarial escandinavo o los emprendimientos sociales y las intervenciones
políticas en economías “de mercado”. Todas ellas son parte de nuevos espectros
que no necesariamente responden a una bipolaridad como simplistamente se
acostumbra encasillar cualquier fenómeno. Es decir, esas presuntas izquierdas no
son clasificables como una misma corriente de pensamiento.
Mito 8: La izquierda
no busca el desarrollo. Al final del día, tanto el pensamiento de “derecha”
como de “izquierda” o cualquier otro pensamiento en el análisis político que no
este bajo ese espectro dicotómico, buscara objetivos de desarrollo, unos
apuntan a la individualidad y otros por la vía de la expansión integral del ser
humano tomando en cuenta el bienestar social que es más que la suma de los “bienestares
individuales”. El objetivo a la larga apunta a fines similares, sin embargo, son
los medios que se proponen lo que les diferencian así como la forma de explicar
los fenómenos políticos, económicos y /o sociales.
Como
corolario: El mundo ha evolucionado de tal forma que ya no es eficiente
ni necesariamente racional, clasificar estática y dicotómicamente al
pensamiento como de izquierda o de derecha, aunque en el espectro político
existan corrientes que diferencian el tipo y niveles de gobernanza y/o
gobernabilidad en las sociedades postmodernas.
Un estudio
de la universidad de Vanderbilt (2011) muestra que el 25% de la población
guatemalteca no sabe en qué espectro ideológico ubicarse. La mayoría está en el
centro. Sin embargo pocos tienen claro qué significa pertenecer a uno u otro
lado de esas categorías heurísticas llamadas de izquierda y derecha.
Pueden escribirse
tratados enteros sobre cada categoría y la validez de estás. Ya Juan Luis
Font describió hace poco en su columna el
pensamiento del conservador local guatemalteco.
Dicho lo anterior, démonos, como
ciudadanos del sigloXXI, permiso de reflexionar y cuestionar nuestras propias
creencias para evitar caer en la manipulación de masas, que es la norma en
sociedades acríticas e ignorantes.
Basándome en
las manifestaciones públicas de quienes insisten en demarcar la clasificación
del ideario político dicotómicamente, presento aquí criterios para la reflexión
del lector/a perspicaz.
Si usted, estimado lector o lectora, cree que la libertad para
emprender en lo comercial en lo social, en lo ambiental, en lo artístico o en
lo político debe ser fomentada y fortalecida (si no liberada); si cree que el
gobierno y las políticas públicas tienen la función de orientarse hacia el desarrollo
humano incluyendo su propio entorno social, cultural y ambiental.
Si cree que es injusto que mientras algunos tienen acceso a todos los
medios productivos, las mayorías tienen poco acceso y muchos no tienen ninguno
y mucho menos la oportunidad de acceder a un estado de construcción individual
de su futuro y de acciones colectivas de desarrollo. Si usted reconoce
honestamente que pertenece al 99% de la población mundial y por consiguiente está
consciente que no pertenece a la elite económica mundial, pues ni usted ni sus familiares están en ese exclusivo y excluyente grupo de poder. (El
1%). Si usted cree que las personas pueden salir por sí mismas de su situación
de pobreza, pero necesitan para eso competir en igualdad de condiciones, lo
cual implica igualdad de acceso a educación y a salud de calidad o acceso a
financiamiento para emprender sus negocios o proyectos sociales. Si a usted le
da “clavo” la pobreza y cree y defiende la libertad de expresión como derecho y
no como mercancía a ser comprada o patrocinada con intereses comerciales.
Si usted participa en movimientos colectivos como subir volcanes para fomentar cambios sociales o construir voluntariamente techos para los más necesitados. Es más, si usted participó, apoyó o está de acuerdo en las marchas y manifestaciones sociales, como #RenunciaYa, que logró la dimisión de la Vicepresidenta, y sigue creyendo en el poder de la unidad de la ciudadanía para realizar cambios en el país.
Si usted cree que es más sostenible cambiar el status quo cambiando estructuras en la que la solidaridad y la construcción de comunidad son fundamentales.
Si usted cree que una persona no debiera estar condenada a ser pobre sencillamente por “la desdicha” de haber nacido en el área rural, con el género “equivocado”, no contar con un apellido occidentalizado, hablar otro idioma distinto al español, vestirse, verse u opinar distinto/a a sus potenciales empleadores. Si usted cree que todas las personas sin importar su religión, su color de piel, raza, preferencia sexual o condición socioeconómica deben tener las mismas oportunidades para construir su proyecto de vida sin discriminación ni preferencias. Si usted cree que la pobreza de otros le afecta a usted. Si usted está consciente de los daños al medio ambiente producto de la acción humana y reconoce la necesidad de intervenir externamente para revertirlos. Si usted cree que sus actos tienen impacto en otros y en su entorno. Si usted cree que la calidad de vida no se mide únicamente con el dinero que una persona tiene en el banco y que salvarse individualmente no es suficiente para que sus hijos vivan en un mejor entorno.
Si usted participa en movimientos colectivos como subir volcanes para fomentar cambios sociales o construir voluntariamente techos para los más necesitados. Es más, si usted participó, apoyó o está de acuerdo en las marchas y manifestaciones sociales, como #RenunciaYa, que logró la dimisión de la Vicepresidenta, y sigue creyendo en el poder de la unidad de la ciudadanía para realizar cambios en el país.
Si usted cree que es más sostenible cambiar el status quo cambiando estructuras en la que la solidaridad y la construcción de comunidad son fundamentales.
Si usted cree que una persona no debiera estar condenada a ser pobre sencillamente por “la desdicha” de haber nacido en el área rural, con el género “equivocado”, no contar con un apellido occidentalizado, hablar otro idioma distinto al español, vestirse, verse u opinar distinto/a a sus potenciales empleadores. Si usted cree que todas las personas sin importar su religión, su color de piel, raza, preferencia sexual o condición socioeconómica deben tener las mismas oportunidades para construir su proyecto de vida sin discriminación ni preferencias. Si usted cree que la pobreza de otros le afecta a usted. Si usted está consciente de los daños al medio ambiente producto de la acción humana y reconoce la necesidad de intervenir externamente para revertirlos. Si usted cree que sus actos tienen impacto en otros y en su entorno. Si usted cree que la calidad de vida no se mide únicamente con el dinero que una persona tiene en el banco y que salvarse individualmente no es suficiente para que sus hijos vivan en un mejor entorno.
Si usted cree que un artículo como el que está
leyendo, debe ser considerado como una conversación fundamental entre su
familia y entre las nuevas generaciones, con seriedad, para la constante
arquitectura de un mejor Estado y un mejor mundo, entonces abrace la
oportunidad de construir una mejor humanidad y con orgullo acepte esta
realidad: Según el ethos y la cultura imperante en nuestro país: ¡Usted es de Izquierda!
(c) Samuel Pérez
Attías 2011
[1] Andrés Serra Rojas, Diccionario de Ciencia Política, 2ª edición, vol. 2, Facultad de Derecho-UNAM,
FCE,
México, 1999, p. 904.
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