Saturday 14 November 2009

"Libre Mercado" e Igualdad de Oportunidades

(Publicado en Prensa libre el 13/11/2009)

Los principios de la economía clásica que Adam Smith propuso hace 233 años comprenden algunos supuestos que se refieren a la igualdad de condiciones para competir.

La formalización matemática de los modelos microeconómicos de competencia perfecta asume la perfecta libertad de entrada y salida a los mercados. Ojalá esto se diera en al realidad social. Ojalá la economía de mercado funcionara como Smith lo propuso. La realidad es que dicha condición en el contexto social no existe, y tal y como lo remarca el pensamiento neoclásico, las diferencias sociales, naturales, geográficas y culturales son hechos que se atribuyen incluso a la “suerte”.

Para que el sistema de mercado sirva al ser humano, y no a la inversa, lo que importa en materia de política económica es lograr que esas asimetrías, de entrada, sean erradicadas y que las personas compitan sin barreras, tal como la economía clásica asume. Procurar que la “suerte” sea el mínimum minimorum.

De no hacerlo, la convivencia entre humanos se convierte en un darwinismo social en el que quien compite con mayores recursos y acceso a distintos mercados —incluido el educativo, el de la salud, el de la información y el tecnológico— tendrá una ventaja que rompe con la idea de la libre competencia, y por ende con el mismo sistema.

Aún estableciendo igualdad de derechos, las asimetrías en oportunidades absolutas para ejercer actividades productivas, con raras excepciones, se consolidan. El argumento de los mercados entre pares es utilizado frecuentemente para justificar las asimetrías —el mercado entre los iletrados, entre los capitalinos, entre los educados, etc.—, pero, ¿no es entonces una forma de perpetuar las asimetrías? ¿Es imposible acaso romper con el círculo de la pobreza absoluta en una sociedad? ¿No es que países de otras latitudes, con inversión social han llegado minimizar las asimetrías que condenan a la pobreza absoluta?

La pobreza en Finlandia o Francia es relativa: no hay desnutrición ni analfabetismo. Si algunos no fuesen atendidos con inversión social probablemente estarían poblando las cárceles, delinquiendo para sobrevivir o muriendo de hambre. En esos países, independientemente de donde el ciudadano haya nacido, del color de piel, condición social, idioma que hable o cultura que practique, todos tienen igual acceso a satisfactores de necesidades básicas: salud, educación y capacitación, seguridad y otros servicios que el Mercado no puede garantizar con equidad. Es decir, tienen igualdad de oportunidades garantizadas por el Estado.

El modelo de un total laissez faire buscaría que las personas que pueden pagar accedan a dichos servicios, y quienes no, se quedarán rezagados y fuera de la ecuación de desarrollo perpetuando la desigualdad.

El mercado no aboga por la inversión social para reducir las asimetrías, y sus defensores ideológicos recalcan el hecho de que la igualdad de derechos y de oportunidades son mutuamente excluyentes. El único recurso productivo común al ser humano desde su nacimiento en una sociedad en igualdad es la mano de obra y su capacidad creativa.

Conforme crece adquiere herramientas y capital que elevan su productividad y emancipa sus cualidades y talentos individuales. El problema son las barreras artificiales que las asimetrías sociales provocan. No se trata de hacer más pobre al rico, sino de facilitar las herramientas y la capacidad de ser “rico” a quien no tiene actualmente acceso a crear riqueza.

El modelo de laissez faire asume que bajo condición de pobreza, el pobre se limitará a sobrevivir compitiendo en igualdad de condiciones entre pobres, pero en desigualdad entre otros que se benefician por las desigualdades sociales y ventajas heredadas. Esto limita la movilidad social e incrementa las barreras de entrada, generando aún más mercados imperfectos y concentrados.

Una persona que vive rodeada de riquezas pero comprende que la miseria y la hambruna de las mayorías también le afectará y que, debido a ello, es imprescindible mejorar las condiciones para todos, es más visionaria y posee más sentido común respecto de quien se empecina en vivir en una burbuja blindada limitando su libertad y la de futuras generaciones, apelando ingenuamente, a la igualdad de derechos como única salida a la pobreza.

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