Guatemala es un Pais
envidiable. Sus poblaciones, idiomas, culturas y ecosistemas son únicos en todo
el mundo. Contamos con diversos climas concentrados en 108 mil kms cuadrados de
territorio, para bien o para mal convivimos
entre etnias llenas de sabiduria, culturas inigualables y lenguajes milenarios…
Pero también tenemos muchos retos. Recuerdo que en el movimiento GuateÁmala se
tenía una consigna ante los retos: “Veamos el vaso medio lleno y no medio
vacío” se decía entonces. No seamos pesimistas. Años después me di cuenta de
que he aquí el problema: ¿Qué hacemos para ver un vaso medio lleno cuando no llega
a la mitad? Con esta premisa corremos el riesgo de caer en algo más peligroso
que el pesimismo: el conformismo y la negación. Creer que todo está bien en
Guatemala, distraernos y cerrar los ojos a la realidad no es sano como sociedad.
Esa otra cubeta de cangrejos que nadie cuenta, en la que cada uno busca
salvarse a sí mismo pasando encima de otros para salir, sin importar ayudar a
quienes quedaron atrás es la que se aplica hoy a la realidad del pais. Despertemos!
Pero en serio, que ahí esta el origen de esa realidad que vivieron por unas
horas los que visitaron la otra
Guatemala. La que timidamente se esconde detrás de los anuncios de TV. La
moraleja de la fábula se ha convertido en: “me salvo yo sin que me importe el
resto” Al final del día, lo que importa a muchos es salir de la cubeta, sin
importar que otros no lo puedan hacer, o peor aún, a costa del resto. Así las
cosas, la propuesta es simple: ¡Veámonos! Saquemos la cabeza de la tierra, y
reconozcamos el mundo en que vivimos, aunque no sea precisamente lo que
quisiéramos ver. ¿Es eso pesimismo? Realmente
no. Es ser honestos, es vernos con ojos realistas. Mientras los ninos que no
pueden comer amanecieron hoy igual que hace unos meses, quienes tuvieron la
suerte de “regresar” caen en la trampa de seguir distrayendose vanamente por la
parafernalia mediática. Aunque no nos guste admitirlo, el turismo no va a venir
a Guatemala porque ganemos medallas olimpicas, cuando los turistas son
asaltados impunemente; es mentira que porque vayamos al mundial de futbol la
situación de violencia va a parar en el país; es mentira que porque seamos la
tercera bandera más linda del mundo las niñas del área rural tendrán más
oportunidades de salir de la pobreza. Aunque esos eventos mediaticos sean buenos
en cuanto a subir como espuma el banal nacionalismo, no debemos conformarnos.
Al final del día, no se trata de ser ni optimistas ni pesimistas: seamos
valientemente realistas. Porque la realidad pesa más que el optimismo, es
momento de ejercer nuestro derecho como ciudadanos para cambiar el status quo. Y
para cambiarlo debemos comprender que la realidad del pais que vivieron muchos que
voluntariamente convivieron unas horas en la Guatemala rural no pasa por
generacion espontanea y hay causas estructurales que permiten que mientras unos
pocos esten muy bien las mayorias vivan muy mal. Que la norma sea la miseria y
la pobreza y la excepcion el éxito economico, y el acceso a oportunidades. Indicadores
sociales como los más de cuatro millones de guatemaltecos que viven en miseria,
tener la tasa más alta de desnutrición infantil en Centroamérica, que el nivel
de escolaridad promedio sea de cuatro años de primaria o que seamos el país más
violento de la región son situaciones vergonzosas con origenes que hay que
comprender para romper de una vez por todas ese modelo que no nos deja a todos
salir adelante y que debemos cambiar, sobre todo, quienes nacimos
privilegiados/as y tenemos a nuestro alcance la capacidad de realizar cambios.
Para armar el rompecabezas, debemos ver todas las piezas; no solo las más
fáciles o agradables a la vista. Para superar el letargo, debemos reconocer los
problemas fundamentales que como pais no queremos, o no nos han dejado ver
quienes se benefician del estado de la Nacion. “Guatemala” debe dejar de ser un
montón de individuos sobreviviendo dispersos en un espacio de tierra y donde lo
unico que nos una sea un pasaporte comun. Debemos dejar de ver al otro como “mi
enemigo”, “mi competencia”, “el explotador inmisericorde” o “mi mano de obra
barata”. Debemos darle la mano al otro para “salir de la cubeta”. Debemos
condenar a quien infringe la ley y hacer que la ley se cumpla; denunciar a
quien pretende imponer su poder por sobre otros pasando encima de la etica y
del derecho, debemos dejar de evadir impuestos; debemos de leer y comprender la
historia de este pais y porque los problemas de desigualdad y de que unos sean
mas que otros esta enraizado desde la historia de la conquista y se ha
mantenido asi por mas de 500 anos. Debemos,
sobre todo, dejar de agachar la cabeza como pseudo ciudadanos. Es el
momento de empezar a llenar ese vaso que aún no llega ni a la mitad.
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