Sunday, 9 August 2009

La agenda economica de la nueva izquierda

En el mundo postmoderno el espectro económico ha empujado el centro un tanto hacia la derecha; el comunismo “aplicado” no pudo funcionar en el contexto que le tocó nacer. El mundo se debate hoy entre varias dinámicas izquierdas y una conservadora derecha. Una izquierda moderna ya no es más “comunista” en su pura concepción. Esa nueva izquierda reconoce el valor de la creación de bienestar en un contexto de competencia y productividad pero sin obviar la equidad y considera a las empresas como el oxígeno y el fundamento que crea riqueza en una economía, ve el sistema de producción y distribución de recursos positivamente por medio de los mercados y reconoce la ventajas de la eficiencia económica. La diferencia con la derecha conservadora es que la agenda económica de esa izquierda moderna se preocupa en corregir los fallos del mercado de tal forma que sea el sistema el que sirva al individuo y no al contrario. La carencia de la inversión privada en los bienes y servicios que por su misma naturaleza no proporcionan retornos a la inversión o que producen externalidades positivas, como la educación integral, la salud, el arte, la cultura, el uso sostenible de los recursos naturales, la protección de los ecosistemas y del ambiente natural, social y cultural, los espacios públicos urbanos, y otros bienes y servicios intangibles deben ser abordados por un estamento distinto a la empresa privada cuyo objetivo principal es la obtención de utilidades monetarias. Actualmente se reconoce al Gobierno en un rol activo como el suplidor de dichos bienes y servicios, aunque el papel de éste es garantizar la provisión de los mismos, lo cual puede conllevar a otras formas de organización política, jurídica y social para alcanzar los objetivos de bienestar que se buscan. Este último concepto, el de Bienestar es otro tema polémico en el siglo XXI. La discusión del concepto de bienestar individual versus el de bienestar social conducen al resurgimiento de algunas propuestas económicas que para algunos se consideraban caducas en la historia humana. Entre los paradigmas de desarrollo y bienestar se debate entre la productividad versus la equidad y los grises entre dichos extremos. Los problemas sociales y ambientales como consecuencia de las imperfecciones del mercado y la evidente insostenibilidad del sistema actual obligan a relanzar una agenda económica basada en el desarrollo humano en lugar de la producción ilimitada de bienes y servicios indiscriminadamente sin reparar en los efectos al entorno.

La agenda económica de la nueva izquierda evidencia que existen nuevos retos que afrontar pero también nuevas formas para enfrentar antiguos retos: ¿Capitalismo de izquierda? ¿Socialismo de mercado? Llámele como quiera. El paradigma del fallido intento del Comunismo en la ex Unión Soviética ya no es un referente aceptado debido las falencias en su aplicación en el contexto que se dio y sus consecuencias sociales y económicas que no garantizaban tampoco el bienestar humano, limitando en demasía la libertad individual y promoviendo incentivos perversos a quienes mantenían el poder político absoluto. Los retos de la nueva izquierda económica gravitan en promover el crecimiento económico de calidad, es decir, una economía sana que al procurar el intercambio permita servir a la vez al individuo minimizando las falencias que el mercado ha demostrado tener. Esta forma de mercado sana en función del desarrollo humano no es un simple laissez faire, como se dijo, busca corregir los fallos del mercado, minimizar las asimetrías sociales que el sistema conlleva, y regular la calidad de la interacción humana con su entorno natural y social. La construcción de un clima de negocios que permita una sana competencia, y minimice las fallas del mercado es uno de los grandes retos. Promover la eficiencia en la extracción y distribución de los recursos por sobre la equidad en el acceso a los mismos es el gran debate mundial. La humanidad no está preparada para vivir en un sistema de libre competencia absoluta, y probablemente nunca lo estará pues los supuestos de la competencia perfecta son imposibles de alcanzar. Por el contrario, los mercados al no equilibrarse en el corto plazo, obligan a la intervención del Gobierno como lo vemos actualmente en el mundo, no solo ante la crisis económica actual sino en países emergentes como Brasil, donde la izquierda ha demostrado que Gobierno y Mercado no son mutuamente excluyentes. El sistema del que hablamos que se puede construir ya existe en otras latitudes. Europa y países Nórdicos le apostaron a una economía mixta, en donde la intervención del Estado es activa provocando un freno al crecimiento económico acelerado, pero brindándole oxigeno y paso al crecimiento sostenido de calidad, al desarrollo social y la estabilidad en el largo plazo. Me refiero a políticas de compensación social, protección al ambiente y provisiones estatales de incluso bienes y servicios esenciales para el desarrollo humano. Sistema que también tiene sus falencias y retos a superar.

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