Empresarios con “D”
Hoy dedico mi columna a esos empresarios y
empresarias que son ejemplo. Empresarios/as con D!
La economía en Guatemala se sostiene por la
empresarialidad, consecuencia de la inventiva, la necesidad de llevar comida a casa o el espíritu de riesgo. Riesgo
que implica muchas veces, a falta de créditos, usar todos los ahorros para
empezar su empresa.
Empresarios como Luis Carlos, que en Xela
fabrica cortinas de metal; Lore que en el Peten tiene un eco/hotel altamente
evaluado en revistas internacionales. Jose Antonio, que en sus viajes de
aventura educa al viajero, Lorean Perez que da clases de música y canta con voz
angelical y Manuel que le dice al mundo que “talvez lo que necesita es un poco
de Guatemala”. Empresarias como Bárbara que prepara delicias italianas en
Antigua o Manuel que sale a las 4am con sus tres hijos y 7 cabritas a vender
leche en la Z.5. Empresarias como Antonia, que descalza vende huipiles en la
calle Santander o Luisa, de 12 años, que hace artesanías de pino. Empresarios/as
que mueven la economía del país. Empresarios/as que dan todo, ponen su fe en lo
que creen y empeño en lo que hacen, que agradecen cuando una persona llama o entra
a su negocio. Empresarios que no se agrupan en gremios para presionar al gobierno
a bajar el salario mínimo, sino que al contrario, usan su creatividad para
hacer crecer su negocio y pagar salarios éticos… empresarios que no coluden
para tener cuotas de poder tan grandes y hacer que una carretera se construya
frente a su ingenio o se desvíen ríos hacia su finca. Empresarios que no buscan
integrarse en comités de crisis, ni
tienen líneas de teléfono directas con el presidente de turno. Empresarios/as
que aun sin ganar suficiente para poner árboles de navidad en el parque o bengalas
que promuevan su marca, creen en la lealtad de sus clientes. Empresarias que
llegan al fin del día a casa contando la plata para ajustar los útiles de los
hijos, la medicina de la madre, o en el mejor de los casos, llevar a la familia
a pasear el domingo.
Empresarios que no cenarán pavo en navidad -sino
en el mejor caso, tamales- para pagar aguinaldos. Empresarios que se preocupan
por Jorge, el mensajero, quien fue asaltado el fin de semana sin verlo como un número
más en planilla.
Empresarios que conocen a sus clientes, como
don Tono, que sabe que dona Lupe busca llantas usadas porque no le alcanza para
comprar nuevas, y al final de la venta, se despiden mutuamente con un “Dios se
lo pague”. Empresarias que venden tortillas los tres tiempos y agradecen al
final del día que aunque Bimbo patrocine conciertos, en Guatemala “a falta de
pan, tortilla”.
Es a ellos/as a quienes hoy les dedico esta
columna como un humilde reconocimiento. A ustedes, que sin estudiar en Harvard nos
dan una clase magistral de perseverancia y Fe; que compiten en desigualdad con
grandes monstruos que sin ética acaparan poder político, mediático, pero no por
eso desisten ni condenan y al levantarse se encomiendan a Dios y antes de acostarse agradecen. Empresarios que
tienen hipotecado hasta los cubiertos de la casa, pero no se rinden. Yo también he estado allí. Empresarios y
empresarias con E de ejemplo y con “D” de Dignidad. A todos ustedes, con
respeto, una ovación de pie.